El guarapo se distingue del té y otras infusiones porque no suele ser un preparado de hierbas o flores, sino de frutos, savias o caña. Sin embargo, en algunas regiones puede referirse al té como un guarapo de hierbas o matas. Lo fascinante de ese jugo de la caña de azúcar -señora llegada aquí desde Asia, de manos de los españoles- es que, si no se bebe a solo segundos de haberse extraído en un pequeño trapiche, se pone oscuro, como mustio. Con un elevado contenido en azúcares, proteínas y calorías, resulta una bebida energizante, magnífica e incluso jocosamente muy popular entre los hombres. El índice de sacarosa depende de la variedad de caña y su punto de maduración.
Entre cubanos se habla, pícaramente, de las propiedades milagrosas del jugo de la caña de azúcar. Hasta cierto estribillo asegura que «si tomas guarapo por la “madrugá”, lo bueno se queda y lo malo se va». Y sobra decir que si la bebida se toma en la intensidad del medio día, los fantasmas del agobio corren a esconderse. También puede tomarse con ron y limón, y para que el que desee hacerlo más auténtico, le sugerimos añadir una ramita de hierbabuena.
Empinarse una jarra de cristal con guarapo bien frío es en estos días de calor implacable un verdadero acto de placer cubano.