Viajar al pasado es un sueño irrealizable, los más dichosos y aventurados son capaces de leer una vieja historia, recorrer los parajes y conocer las personas de otra época. Hacerlo a través de las imágenes de sitios y rincones
que pertenecieron a tiempos remotos es la propuesta del Foto safari “Iglesias de la calle Cuba”.
La calle Cuba de la Habana Vieja, estrecha y sombreada, situada en la zona más antigua de la ciudad, es muestra fehaciente de los estilos y géneros constructivos de diferentes épocas.
Se extiende de norte a sur con dos kilómetros aproximadamente de longitud. Es atravesada
por las calles: Chacón, Empedrado, O’Reilly, Obispo, Obrapía, Teniente Rey, Jesús María, Paula, entre otras.
Antiguamente se le llamó también calle de la Campana y de la Fundición, porque existió una fundición de metales en el lugar que ocupó la Maestranza de Artillería.
Fue una de las calles por donde comenzó a extenderse la ciudad hacia el norte, porque llevaba hacia el Torreón de la Caleta o de San Lázaro, donde un vigía acechaba la llegada de corsarios y piratas. Por ese entonces la calle
continuaba hasta las cercanías del litoral donde rompían las olas de la bahía.
Con el paso de los siglos fue víctima de diversos estilos arquitectónicos, así como de los más variados géneros: religiosos, civiles y, como es lógico, la tipología doméstica en todas sus características.
En su recorrido se erigieron importantes construcciones religiosas, como la Iglesia de San Francisco, la del Espíritu Santo, y la de la Merced.
Iglesia Nuestra Señora de la Merced
barroco y destaca su puerta principal de arco abocinado con un nicho central.
De 1865 a 1867 fue realizada la edificación que conocemos hoy, por iniciativa de Gerónimo Viladás, Superior de los frailes misioneros paúles a quienes se les había entregado, poco antes, la construcción primitiva de la que habían salido los mercedarios en 1820. Los nobles de la época contribuyeron ampliamente a esta obra, y hasta muy entrada la era republicana, fue el templo elegante por excelencia, donde se celebraban las bodas más suntuosas.
El interior, imitación de las iglesias italianas construidas según el modelo de San Pedro, en Roma, muestra exceso de ornamentación. En 1913 se cumplieron los deseos del Padre Viladás, de ser enterrado en La Merced y a los treinta años de su muerte fueron depositados sus restos en la capilla de Nuestra Señora de Lourdes, de dicho templo. Aún hoy los padres paúles continúan a cargo del templo. Aunque, el sincretismo que caracteriza a las religiones venidas de África ha propiciado que este templo católico sea también objeto de visitas para la veneración de Obbatalá, quien es a su vez la virgen de La Merced. Visitas que se extienden además a quienes, más allá de sus creencias religiosas, van en busca de la cita históricocultural con la intención de capturar en una instantánea un fragmento de tiempos, aunque pasados, perdurables en cada rincón del templo.
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